Conviene, en primer lugar, conocerle. Y, para conocerle, nada mejor que escucharle allí donde él se encuentra más cómodo:
En este vídeo, el cazador furtivo se desgañita contra la España negra: ¿la de los cazadores furtivos o la de los señoritos que cazan gratis?
Lanza proclamas a favor de la libertad de información: ¿para informar de cuánto le regalan en cacerías o para detallar cuánto costó a los contribuyentes el arreglo de su pisito?
Después defiende la eutanasia al grito de «¡viva la vida!»: ¿la vida de quién?
Tampoco es tan raro. Si a alguien que sólo es ministro -y además de Justicia- se «le pasa» que hay que tener licencia de caza para cazar, ¿por qué no va a confundir la vida con la muerte, o la información con la manipulación?
Al cazador furtivo le han dedicado muchas imágenes los últimos días.
Ésta es de agosto pasado:
La imagen muestra una paradoja. Lo lógico es que fuera un cazador de ley, puesto que es ministro de Justicia. Pues no: es cazador furtivo.
Hay otra imagen, de esta semana, también paradógica:
Lo lógico es pensar que si el hombre que da la espalda al cazador furtivo quiere mostrar que no le apoya, ya hubiéramos sabido que le destituirá. Pues no: Zapatero le mantiene.
¿Por qué le mantiene?
El maestro Martín Morales, en Abc, lo ha explicado esta semana en dos viñetas:
No puede estar más claro. ¿verdad?
Sólo queda esperar que el compañero de montería del cazador furtivo se recupere cuanto antes de su reciente ataque de ansiedad.
¿Será verdad que se enfadó muchísimo cuando un periodista le preguntó por quién ha estado pagando sus aficiones cinegéticas compartidas con el ministro? ¿Tanto como para que la ira deviniera en ansiedad?
¡Después de los buenos ratos que ambos pasaron juntos planeando qué trampas tender, qué piezas abatir y qué trofeos celebrar, sería una lástima que la fiesta se les quedara ahora a medias por un pequeño problema de ansiedad!