Lo que sigue es una cita textual. Es una declaración de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, en la conferencia de prensa tras el Consejo de Ministros del 6 de marzo:
«Tendremos la mejor ley posible para solventar los problemas actuales, para garantizar la seguridad jurídica de las mujeres y de los profesionales, y también para proteger al no nacido en el momento en el que tiene independencia, desde el momento en el que no requiere de su madre para sobrevivir«.
¿Qué significa proteger al no nacido en el momento en el que tiene independencia, desde el momento en el que no requiere de su madre para sobrevivir?
¿Desde cuándo el aborto protege al no nacido? ¿De qué lo protege? ¿Quizá de evitarle lo dura que habría sido la vida en caso de que le hubieran dejado vivir?
¿Desde cuando un no nacido tiene independencia? Ni un no nacido, ni un nacido. En realidad, la única independencia que transmiten las palabras de la señora ministra es la independencia del diccionario. Da lo mismo lo que se diga porque nada significa lo que significa.
¿Desde cuando un no nacido no requiere de su madre para sobrevivir? El no nacido, por definición, requiere de su madre para sobrevivir. Salvo en la neolengua zapateril, claro está.
¿Sabe la señora ministra de Igualdad de qué está hablando? ¿En qué manos estamos?
La insuperable afirmación de la señora Aido puede escucharse a partir del minuto ocho de vídeo Respuestas de ambas a la prensa (parte I), que está colgado en la página web de la Presidencia del Gobierno. En concreto, en el enlace: http://www.la-moncloa.es/ConsejodeMinistros/Videoteca/default.htm
En realidad, ¿qué más da? La banalización del aborto es un paso más en la política del que más da. Es un paso más en la banalización de la vida y en el culto a esa nueva forma de muerte que es la muerte con buen rollito. Es un paso más en el desprecio a la dignidad humana. Es un paso más en la cosificación de las personas. Porque abortar, señora ministra, no es quitarse un grano.
La banalización del aborto que ha puesto en marcha el Gobierno de Zapatero ofrece un ingrediente añadido. En su irrefrenable afición por meterse en la vida privada de las personas, ha decidido quitar la patria potestad a los padres de las adolescentes que se enfrenten a un embarazo no deseado.
La niña no puede ir a comprar tabaco, ni puede beber alcohol, ni puede sacarse el carné de conducir, ni puede votar. Tampoco puede, señora ministra, casarse: no pueden contraer matrimonio los menores de edad no emancipados.
¿Cuál es el objetivo de tanta permisividad zapateril para que la niña aborte? ¿Es ésa una de las grandes enseñanzas de Ciudadanía que quiere inculcar el zapaterismo a los niños y adolescentes?
Exacto, ése es el objetivo. Formar esa nueva ciudadanía zapateril que desprecie la vida, y que de la misma forma que ahora se intenta que asuma el aborto como un modernísimo método anticonceptivo, esté capacitado después a asumir la eutanasia como un modernísimo método de incentivar a los abuelos a dejar de dar la lata.
Y todos tan felices como la ministra Aído.
Bueno, todos no